jueves, 23 de agosto de 2007

11- MEDITANDO SOBRE LA MEDITACIÓN

OBSERVANDO AL QUE OBSERVA

Hacemos un alto en los ejercicios para reflexionar sobre los mismos. Para ello partiremos de algunas preguntas. Son muchas las que podrían formularse. Por ahora elegiremos solo algunas:
¿Qué se busca? Las respuestas a estas son más o menos obvias, o en todo caso, de gran divulgación.
Las personas que se interesan por la meditación, generalmente lo hacen porque han leído algo o porque otras personas les han hablado de sus beneficios. Los que más se señalan son: relajación, tranquilidad o paz interior, serenidad y claridad mental, armonización general con beneficios para la salud física. Muy pocos buscan la trascendencia que es el fin último de los yoguis.
¿Qué se logra? Si la meditación se realiza diaria y sistemáticamente y con una buena disposición de ánimo y no una disciplina auto impuesta como a la fuerza, los resultados que se esperan, ya enumerados en la respuesta anterior, no tardaran en venir. Pero corresponde señalar que paralela y tangencialmente se van produciendo otros beneficios no tan a la vista. Veamos:
· Primero mejora la relación mente, emociones, cuerpo.
· Segundo, o tal vez primero, se hace más fluida la intercomunicación con el inconsciente. Lo que pretende señalar esta palabra parece ser un océano sin fondo y sin orillas y por lo tanto se hunde en el misterio. No obstante sabemos que trabaja permanentemente y sin dudas es más inteligente y consciente que el pretendido “consciente” de la vigilia. La psicología oficial sostiene que gran parte o toda la conducta diurna se realiza sobre pautas elaboradas por la noche mientras dormimos. De esa región pueden aflorar pálpitos, intuiciones, inspiración, para beneficio de la vida práctica como también para el ámbito espiritual.
¿Con qué se conecta? Cuando uno ya entró en el verdadero sendero de la meditación, puede ver que la pregunta correcta sería ¿de qué se desconecta? Con un propósito didáctico lo formularemos de varias maneras: ¿de que se despega?, ¿de que se desengancha?, ¿de que se aleja, se aliviana, etc.? Respondemos del ego, la personalidad fabricada por el mundo exterior.
Pero para esto primero habrá que darse cuenta que el “observador” es el ego. El ego está acostumbrado a observar a los otros y a sentirse separado, atrincherado a veces como un francotirador. De modo que ese “observador” es muy limitado. Condicionado por la subjetividad y proyecciones del ego y con la intención de crecer en importancia personal y fortalecer la personalidad exterior. Mientras se esté en este estadio no hay meditación propiamente dicha. Esta comienza a partir del momento en que lo observado y el “observador” se funden en uno solo. Ahí conviene cambiarle el nombre al “observador” ya que se ha convertido en un “contemplador” y este no puede serlo si no es uno y consciente.
¿Qué se logra? Tanto en la primer etapa egoica como en la segunda, la contemplativa, convendrá, fuera de este ejercicio, practicar la observación de los movimientos del cuerpo, en cualquier lugar, ya sea caminando, gesticulando incluyendo los gestos del rostro. De ahí pasar a la observación de las sensaciones, emociones y sentimientos, que siempre son más o menos fragmentados y pasajeros.
Por último habrá que aprender a observar y distinguir algo más sutil, el estado de ánimo. Este puede estar separado o junto con el estado de las otras zonas apuntadas, especialmente el cuerpo.
Entre las cosas a observar está la de observar al que “observa” a los demás sobre todo cuando los encuentra “ridículos”. A veces es tan solo una proyección generada por un complejo de inferioridad, celos, envidia, etc.
Habrá que aprender a observarse y reírse de las ridiculeces de uno mismo. Ahí puede ser que sea el comienzo del contemplador, el comienzo de la unidad, la paz y la dicha. Si se lo quiere “producir, lograr, atrapar, retener” se lo pierde indefectiblemente. Lograr algo es perder el todo. Un todo sin principio, ni fin. ¿Qué se logra? Dejar de “querer lograr” para que lo eterno se manifieste.





No hay comentarios.: