jueves, 26 de julio de 2007

7- ENFRENTANDO LA REALIDAD EXTERIOR

LA MEDITACIÓN PUEDE SOLUCIONAR PROBLEMAS

Si bien la meditación tiene como fin último la transformación del individuo y el arribo a un estado trascendente del ser, conviene mientras tanto se llegue a ese estadio, ir practicando de diferentes maneras para familiarizarse no solo con la técnica básica, sino también para ir viendo las diferentes posibilidades de aplicación.


INTRODUCIENDO LO COTIDIANO EN LA MEDITACIÓN

Suele ocurrir que una situación nos afecte a tal punto que la mente se vuelva obsesiva. Esta es una forma de presentación del “problema”. Otro caso puede ser si ante el “problema”, aún siendo muy grave, no estamos de ánimo para enfrentarlo y nuestra atención tiende a escaparse de él. En cualquiera de los dos casos, la mente se vuelve tramposa, escamoteadora y hasta mentirosa. Dicho de otro modo, no estamos en condiciones de enfrentar el problema, por no estar en equilibrio y no poder ser neutral. Nuestra mente esta confusa en estos casos y puede invadirnos una sensación de duda, inseguridad, perplejidad. En el primer caso señalado vamos camino a la desesperación. En el segundo, caemos en la apatía, en la indiferencia.
Si ya se han introducido en la vida en forma diaria y disciplinada los ejercicios de relajación y meditación, entonces se estará en condiciones de poner dentro del campo de estas prácticas un ejercicio como el que pasamos a señalar y que obedece a las mismas leyes o pautas de los pasos a seguir en la meditación propiamente dicha.
Se trata aquí de poner en el foco de la atención el problema que nos aqueja. Esto de cualquier manera que sea y en cualquier orden. Teniendo en cuenta los pasos señalados anteriormente, debe hacerse a partir del momento en que se observa la mente sin intervenir, pero con una salvedad, que aquí es posible que haya que intervenir un poco, sobre todo cuando la mente quiere escapar del problema. En ese caso, tenemos que lograr sin violencia ni esfuerzos indebidos, que el tema vuelva al foco de la atención. Para algunos esto solo significará un largo ejercicio ya que tendrá que ocuparse de que las piezas del problema no se escapen ni se escondan. Serán como ovejas descarriadas que se salen del camino. Pero repetimos, esto debe hacerse sin buscar un orden rígido y mucho menos, querer sacar una conclusión. Siguiendo un principio ya señalado, no hay que buscar ningún resultado. Teóricamente, no tendría que haber un ego empecinado en querer lograr un fin determinado. La ley básica de la meditación es observar, observar y observar.
Alguien podría preguntarse: ¿para qué podría servir esto? Le respondemos que si hace el ejercicio tendrá la respuesta, pero no obstante, le vamos a decir algo a cuenta.
Lo primero que ocurre como condición básica es que junto con la relajación la carga emocional que acompaña a la atención, que distorsiona la mente, se irá descargando, dejando la mente más despejada. Podría comprobarse que ya no hay problema, solo un asunto objetivo a resolver, casi como un entretenimiento.
Al observar las distintas facetas del “problema”, con imparcialidad, este se irá ordenando en un enfoque más objetivo aunque al principio no nos demos cuenta.
Comprobaremos con la práctica que la mente siempre se guarda algo (tal vez para que nuestros yoes no lo estropeen) y cuando nos enfrentemos con el problema en la vida real saldrá la actitud y la respuesta apropiada. Generalmente de esto nos damos cuenta después que pasó el hecho dado que cuando ocurría este fluía espontáneamente.
Generalmente el problema involucra a otras personas, a las cuales solemos verlas como obstáculos u hostiles. Comprobaremos con sorpresa, después de la meditación, que todo este panorama se ha dado vuelta a nuestro favor.
En algunos casos ya sea en la primer meditación o después de varios días conviene visualizar la salida positiva, no en tiempo futuro, como algo a alcanzar, sino en tiempo pasado, como que ya es un hecho concreto.

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