jueves, 28 de junio de 2007

3- REALIZANDO UN VIAJE POR EL CUERPO

UN EJERCICIO DE RELAJACIÓN

La relajación, entendida en especial como el aflojamiento de los músculos, es un paso necesario y fundamental para luego ir gradualmente profundizando el estado de meditación.
El ejercicio que a continuación detallaremos puede realizarse en forma independiente o como un paso anterior a cualquier ejercicio de meditación propiamente dicho.
La postura y la situación pueden ser tal como se ha descrito en el ejercicio anterior. También los pasos preliminares, de observar la respiración y de colocar los ojos hacia arriba. El ejercicio comienza poniendo la atención en la frente y como dando una orden, sin importar la exactitud de las palabras que aparezcan, se expresará la idea de que todos los músculos, tendones y ligamentos de esa zona, se aflojen, se distiendan, se relajen.
Con esa actitud y esa orden direccional de la mente, como diciendo más o menos lo mismo, se recorre todo el rostro, hasta sentir que queda relajado.
Del mismo modo se continuará recorriendo el cuerpo, del cuello al hombro, del hombro al brazo y a la mano, hasta la punta de los dedos, se vuelve luego de nuevo al hombro, se pasa al pecho con la misma consigna. De paso se siente cómo la respiración se está aquietando, se baja al abdomen, a la cadera, luego al muslo de la pierna derecha, y hacia abajo, hasta el pie y la punta de los dedos, se regresa por la misma pierna hacia la cadera, y del mismo modo que lo anterior se repasa la pierna izquierda hasta la punta de los dedos. Por la misma se sube nuevamente hacia arriba a la cadera y se va por la cintura hacia la espalda y repasándola se llega a la nuca. Llegado a los hombros, la atención va hacia abajo por el brazo izquierdo hasta llegar a la punta de los dedos, nuevamente regresa hacia el hombro, va hacia el cuello, sube por la nuca hacia la parte superior de la cabeza y por la frente vuelve a quedar concentrado en el rostro, que puede quedar inexpresivo o con una expresión dulce, algo así como si se estuviese observando a un ser querido. Conviene demorarse un poco en la percepción de las sensaciones y estado de ánimo de este final del ejercicio.
Es muy importante, en este, como en todos los ejercicios de este tipo, el no pelear con la mente. Los orientales dicen “no quieras calmar un tigre a palos”. No discutir con la propia mente. No exigirse. No buscar la perfección. Hacer todo casi como indiferente. Habrá momentos en que puede sobrevenir el sueño, pero si hay desde el comienzo una buena consigna, la mente será un buen piloto que se acercará a los bordes del sueño sin ser dominado por él.
Como en todo aprendizaje, la técnica se irá dominando gradualmente, hasta que lo más elemental de la misma quede casi automatizada. Es entonces cuando la mente puede realmente, con propiedad, comenzar a contemplar.

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