jueves, 5 de julio de 2007

4- ATRAVESANDO LOS GRUESOS MUROS DE LA MENTE

PASO A PASO HACIA EL MUNDO INTERIOR

La razón del título se debe a que el hombre común vive en el mundo exterior. Paradojalmente su mundo interior es el reflejo del externo. Este mundo “interior” gira alrededor de un ego que es un ente necesario para interactuar con el mundo exterior. Todo esto pertenece al mundo exterior que se ha introyectado.
Para entrar al mundo interior el ego tiene que hacerse a un lado. Por supuesto, el trabajo lo comienza el ego, pero es de esperar que en un paso posterior pueda crearse un “yo observador” imparcial que lo reemplace.
Esto sería algo así como el segundo nacimiento del que hablan los Evangelios. Este yo observador hay que fabricarlo voluntariamente. Es como si la naturaleza no hubiese previsto su existencia. El hombre nace sin él, crece sin él y puede morir sin él. Algunos mueren sin siquiera haberse enterado de que han existido. Vivieron en un mundo imaginario producto del ego y sus interpretaciones. El mundo “interior” también puede ser imaginario. Eso no quiere decir que no exista el interior real. Es como si señalando flores de plástico dijésemos que no existen las flores reales.
Las personas comunes dirían que para entrar en el mundo interior hace falta una doctrina, una creencia acompañada de una gran profusión de imágenes y leyendas. Nada de esto es así, más bien al revés. Toda esta imaginería, que generalmente se la acepta por autoridad, más que un vehículo suele ser un obstáculo para entrar en el mundo interior.
Como no es fácil producir un ciclón o huracán que barra con todas las creencias internalizadas por el ambiente e incrustadas hasta la médula en el inconsciente, no queda otra que realizar una demolición paso a paso.
Mediante la meditación se pretende:
1° Calmar la mente
2° Poder observarla
3° Realizar una limpieza o purificación
4° Ser dueño de la mente
5° Vivir lo esencial sin ningún añadido externo
6° Lograr la paz y la armonía
7° Ser feliz y compartir
8° Comprender la existencia
9° Lograr la iluminación

CUATRO OBJETIVOS DE LA MEDITACIÓN

Calmar la mente
Al comienzo el practicante debe familiarizarse con la comprobación de que su estado mental es confuso, contradictorio y como ya se ha dicho lleno de “papagayos y monos que chillan y salta”. En todo el mundo son muchos los principiantes que dicen “desde que practico la meditación observo que voy de mal en peor”, lo que sucede en realidad es que empiezan a tomar consciencia de su estado habitual.
Para calmar la mente puede ser suficiente el observar y sentir el ritmo respiratorio, pero para algunos es mucho más eficaz el concentrarse en una imagen. Esta puede ser estática o en movimiento.
A los fines prácticos señalamos dos imágenes simples:
§ Un paisaje agradable, donde alguna vez se haya vivido un momento feliz.
§ Un viaje por un camino o un rio.
Mientras se tiene en la mente esta imagen rectora permanentemente durante el ejercicio se puede además intermitentemente sentir y observar la respiración, las emociones y los pensamientos. También habrá momentos en que la atención no encuentra nada que observar.

Observar la mente
En forma pasiva: se observan los pensamientos e imágenes sin juzgar si son absurdos, coherentes, inoportunos, morales, etc. simplemente se los observa. Así como vienen se van. Así como aparecen, desaparecen. Puede llegar un momento en que la atención decae y las imágenes se muevan solas casi en un estado onírico. Con la práctica se aprende a permanecer en este estado fronterizo sin caer en el sueño para luego ir poco a poco avanzando hacia una gran calma y claridad mental.
En forma activa: se trata aquí de intervenir en los procesos de la mente pero con mucho cuidado. La forma más simple es elegir dos imágenes o dos líneas de pensamiento. Cuando la atención ya está compenetrada con una, voluntariamente se pasa a producir la otra.

Ser dueño de la mente
Este es un paso avanzado. Involucra la base de la existencia de una salud mental. Esta se basa en el discernimiento. En lo más elemental, el practicante debe poder distinguir claramente lo que ha percibido de lo que ha imaginado o soñado. No es saludable que las fronteras de estos estadios sean borrosas.
Ser dueño de la mente significa: ponerla en marcha, darle una dirección, detenerla, sintetizarla, ampliarla y el sumun, dejarla en blanco y percibir la existencia.

Vivir lo esencial
Esta experiencia no implica solamente poner la mente en blanco en la postura de meditación. Mejor si se la vive en el mundo en contacto con los eventos cotidianos. Consiste en algo así como volver a ser un niño, percibir todo como por primera vez y al mismo tiempo tener consciencia de si.

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